Entre las piernas
la mujer hace milagros
con agua
en una botella
acomoda los ciclos de la luna
bautiza al niño
parido a la vista de un dron
enjuaga la herida
que deja un nonato
abortado en el frío de un suelo
indolente a su exilio
una mujer con agua
en una botella
entre las piernas
insiste en la vida
desafía la lógica
de la aniquilación.
Viviana Núñez Cabral, Lago Puelo.
Primavera en Gaza
Acá es otoño
caen las hojas
se desprenden de las ramas
a veces el viento
las dispersa y llegan
más lejos
de lo uno
podría imaginar.
Caen las hojas
acá es otoño
pero en Gaza
en Gaza es primavera
y lo que caen son misiles
no es culpa del viento
se desprenden
surcan el cielo
trazan su parábola de muerte
caen
caen y llegan más allá
de lo que uno
es capaz de imaginar
acá es otoñó
álamos y abedules
incendian el horizonte
esa luz vegetal ilumina
el fondo gris de un cielo denso
que parece besar la tierra
es otoño aquí
álamos y abedules arden
pero allá en Gaza
es primavera y lo que arde
son las casas los cultivos
las personas
que se incendian y se elevan
en columnas de humo denso
tan gris tan denso
que devoran el cielo
acá es otoño
los días se hacen cortos
se siente el frío
y las primeras nevadas llegan
algunas especies migran
otras descienden
eluden el rigor del clima
buscan comida
dicen los que saben:
"recolección de alimento
y construcción de refugios"
es otoño aquí
y se acortan los días
pero en Gaza
en Gaza es primavera
no hay refugio
no hay acopio de alimentos
los días son largos
y
lo que se acorta
es la vida.
Ariel Navalesi, Bariloche.
espero
la noche para correr las cortinas y apagar las luces
la noche en la luz de los bombardeos
mejor no esperar la noche no
explotan yacimientos
las fugas de nuestra tierra que no da para más
cuando nací mi abuela escuchó los gritos de la escuelita
y los demás sólo los silencios
no es lo mismo
no
aunque el desierto se vea similar
Verónica Padin, Neuquén.
Colona
La señora/la colona
dice que Dios
Nuestro Señor
El Bienamado
El Uno
que el Padre de Abraham
El Justo
Fuente de Divina Providencia
le habló
Yavhé
El Innombrable
Tata Yayay Dios
Rabí, Alá, el Cristo Padre
volvió Su Rostro Misericordioso
hacia ella
que es la elegida
-le dijo- El Santo, El Trino
para eliminar el hambre de los niños
¿o era al revés?
Viviana Núñez Cabral, Lago Puelo.
amo el olivo
y sus ramas torcidas
el
verde agrisado
de sus hojas
amo el
olivo
y sus frutos calcinados
¿habrá
paz?
Gerardo Burton, Neuquén.
Alcances
Un hilo se le escurre
entre el pudor y las rodillas
no alcanzan las manos
los días no alcanzan
para contenerlo
mira su vestido húmedo, oscuro
cree que la alcanzó un proyectil
tal vez el pedazo de esquina
de una casa
donde guardó la risa
piensa que caerá
parada en una sola pierna
pero no
no hubo disparos todavía
todavía conserva las dos piernas
humillada su ilusión de niña
se desvestirá y volverá a vestirse
en carpas
rodeada por extraños
que son ahora su familia
los hombres desvían las miradas
las madres apartan a sus críos
otra mujer le alcanza una botella
no hay lugar para el pudor
o la ilusión
sangrará hasta que en su cuerpo
domine el hambre
no alcanzan las manos
ni los días
Viviana Núñez Cabral, Lago Puelo.
Desafío
Átenme
prohíbanme los libros
los cigarros
obstruyan mi boca con arena
la poesía es sangre
el agua de los ojos
se imprime con las uñas
las órbitas
las cuchillas
La proclamaré en la cárcel
en el baño
en la cantera
bajo un látigo
violencia de las cadenas
Un millón de pájaros
sobre las ramas de mi corazón
inventan el himno combatiente
Mahmud Darwich, Palestina.
Veo
desde mi cama una percha vacía
una cajonera
el estante donde apilo las remeras
una silla
Y si entrara por el triángulo de vidrio un
misil
un soplido de metralla
qué vergüenza el armario lleno e inútil
las voladuras
estrellándose contra la silla
donde quedan a la noche
las medias enrolladas.
Y entonces un brazo de bebé
una espaldita
el frío
no querría mirar
ni estar a salvo
fuera
de la pequeña palabra
gaza.
Silvia Urtubey, Dina
Huapi.
Mariam
Mariam dice que pesa la
olla de hierro
donde su madre revuelve
las lentejas
que le dobla la espalda
isabel dice que pesa la
corona
que le heredó su abuela
una montaña de luz
pero
que no le dobla la cabeza
burton dice que cada chelín
se extrajo de un charco de sangre
para la guerra
lo mismo que en la india,
que en malvinas, que en paraguay
libre navegación libre
comercio libre cambio
libertad a la tierra
prometida
muerte a la barbarie
¡viva la civilización!
la reina fue prolífera en
los huevos de sus zánganos
y los devora puntualmente
con té rojo
a las cinco de la tarde.
Viviana Núñez Cabral, Lago Puelo.
Si debo morir
Si debo morir,
debes vivir
para contar mi historia
vender mis cosas
comprar un trozo de tela
y algunas cuerdas,
(hazlo blanco con una
cola larga)
para que un niño, en
algún lugar de Gaza,
mientras mira el cielo a
los ojos
esperando a su padre que
se fue en llamas
y no se despidió de
nadie,
ni siquiera para sí
mismo,
vea la cometa, mi cometa
que hiciste, volando arriba
y piense por un momento
que hay un ángel allí
trayendo de vuelta el
amor.
Si debo morir
deja que traiga
esperanza
deja que sea un cuento.
Refaat Alareer, Palestina
Regreso a Batman
a Adnan Özer
He llegado a esta ciudad hundida bajo los soles del desierto.
Perdura vencida de fe, antes que la misma tierra expatriada.
El río es un pequeño cuenco empotrado en la rudeza del valle.
El viento un alarido perenne. La luna fuga, a veces, del espanto.
Aquí espero encontrarte noble poeta, envuelto en tus pasiones,
la barba sedienta de vino amable, la espada oculta en el tiempo.
Has cumplido la promesa de tributar tu rebeldía ante la barbarie.
Nadie es indiferente frente a una guerra sin honor y sin destino.
Batman ya no es tu infancia. Solo, padeces el dolor del poema
que anda entre las piedras, esquiva el cálculo de la metralla,
ofrenda el coraje de los pobres, sepulta el cadáver del hambre.
En cada mañana, cada tarde, cultivas las semillas de otro exilio.
Hombres y mujeres van contigo, al acecho del cielo.
En la insobornable oscuridad tal vez la noche los tiente a mirarse.
Verán la sangre de sus manos sujeta al carro de los indefensos.
Alcanzarán la orilla para ahogarse en el impiadoso espejismo.
Cavarán sus propias tumbas para luego profanarlas de olvido.
Ahora la lluvia habla por ti, la misma lluvia de la infancia
corre hacia los trenes, embriagada del heroísmo de la inocencia.
El niño ha regresado con ella a la ciudad de los fantasmas.
Y tú sigues hasta el fondo del desierto, a domar el dolor de frente.
César Bisso
