viernes, 19 de enero de 2018

POESÍA SIN FRONTERA



¿Para qué sirve la poesía? ¿Para qué escribir poesía? ¿Tendrá, la poesía (en cuanto a uso), que servir para algo? ¿A quién le interesa la poesía?

Llegó, a mediados de noviembre, al Centro de Congresos y Convenciones de Villa La Angostura (CCC), gente interesada de Bariloche, San Martín de los Andes, Piedra del Águila, Neuquén y la misma Buenos Aires, a permanecer sentada por casi tres horas para escuchar poesía. El CCC es un lugar difícil de llenar; no por la amplitud de su espacio, si no por el interés parcializado y la escasa participación de su público local, aún cuando la propuesta le resulte interesante. Cubierto por el poncho líquido de una lluvia torrencial, colmado, silencioso y atento estaba el Centro de Congresos y Convenciones, a la espera del encuentro.

Pareciera un contrasentido el título de la convocatoria: Poesía sin Fronteras. ¿Cómo puede detenerse al viento?

Viento era la poesía que en mapudungun salía de la boca de Elicura Chihuailaf. Nada más que viento modulado para soltar belleza y avivar el fuego de los corazones sofocados bajo la ceniza de los días grises. Elicura mismo parece un silencioso soplo que ha pasado –tal vez único viaje- por nuestro paisaje. Médico que no ejerció y en cambio se sumergió en la inmensidad de la palabra que él rescata del azul del alma del hombre de la Tierra. Hálito que pasó también por las letras de “Bío-Bío, sueño azul” para sonar en las voces de Illapu. Y que fue traducido al alemán, croata, francés, holandés, húngaro, inglés, italiano y sueco; y al español cuando los versos fueron vertidos en su lengua materna y ancestral. Pasó, por suerte, para dejarnos abiertes con “La llave que nadie perdió”.

¿Cómo oponer frontera al viento, cuando viaja en el cuerpo de mujer de Rosabetty Muñoz, docente, miembro de la Academia Chilena de la Lengua, escritora multipremiada en Chile, América Latina y Europa? La poética de Rosabetty Muñoz, desde la pequeña y pintoresca Chiloé, barrió límites para posarse en México, Argentina, Venezuela, España, Polonia, Francia, Inglaterra, Irlanda, Italia y Alemania entre otros destinos. No hay muralla que no se derribe ante sus poemas: “Ratada” o “Yo, piedra”. 

“La poesía –destaca David Añiñir (escritor mapurbe)- no mueve montañas, pero cruza cordilleras”.

¿Para qué escribir cualquier texto? ¿Para qué decir?
Porque no hay nada más humano que la palabra. El hombre es flujo, estamos formados por flujos; la palabra es el único flujo que se instala, transita y fluye de todos nuestros estados. El físico: porque se modula en nuestro aparato fonador (boca, dientes, lengua, cuerdas vocales); el líquido porque se nutre de nuestra saliva; el mental, porque se origina en nuestro pensamiento; el psíquico porque para formularse un mensaje apela a nuestras estructuras; el emocional, porque se intenciona desde nuestros sentimientos. La palabra nos antecede y nos trasciende.


La poesía, la literatura, la palabra, oponen a la barbarie del odio diseminado la civilización certera del amor enlazado en la musicalidad de las palabras para recordarnos que de viento estamos hechos, de viento es nuestro espíritu, de viento es el Soplo Divino que nos arrancó del barro para que nos levantemos con la condición de ser humanos


            Viviana Núñez 
Gestora Cultural Universitaria
        Villa La Angostura

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