sábado, 17 de agosto de 2019

Los Días del Vinagre: Los pequeños peces.


LOS PEQUEÑOS PECES.
Regalo un espejo.
Mírese en él.
Fíjese en los surcos,
examine con cuidado las ojeras.
Arrójese en la profundidad de esos ojos
que le miran con el deseo de reconocer,
de recordar dónde, cuándo fue, que dejó ir
desde usted y hacia el insomnio
cada uno de sus sueños.
¿Quién ignora frente a este espejo
que usted deja la calma cada día
para dar la batalla?
Que son sus manos su herramienta más preciada.
Y abriga cada luna
las risas
de sus pequeños peces de colores.
Un día tuvo -recuerde- la sonrisa instalada
y la mirada anhelante,
la tierra prometida, abonando sus sueños.
Sin embargo, no se distraiga:
ponga delicadeza en la atención
y pregunte a los rasgos
por la raíz ancestral.
Deténgase en el tono de la piel.
El tinte cobrizo, el brillo moreno,
son del grito ahogado que le estrangula la garganta.
Cinco siglos que lo lleva instalado en ese chacra.
La gringa pincelada que le corona las sienes
y le pigmenta la mirada
certifica, constancia secular en las venas,
la humillación de sus pies en el barro de un puerto
que le enseñó a bajar la cabeza y a doblar el cuerpo.
A los dueños de las sombras,
patrones de las horas magras,
cada uno de sus peces le parecen
barro de agua.
Ellos saben ahogar los peces que atesora
mientras ordenan, prolijamente, sus propios peces
en peceras de hielo, talladas.
Cuando llegue el tiempo
y deba regalarlo,
recuerde usted
sus propios pies con su destierro,
ahonde bien en los ojos:
los dueños de las sombras
no reflejan en los espejos.

Argentina, 7 de agosto de 2019

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